Apenas llegué a mi casa de ver, parlar y compartir con una
amiga que quiero mucho y me siento a escribir esto. Hablamos de la familia, los
amigos, la pareja, los hijos, el matrimonio, la vida profesional, la soledad y
chismes varios, pero todo giraba en torno a un solo tema: la autodeterminación.
En el camino recordé que en el kinder, cuando queríamos
desesperar a los compañeros con quienes peléabamos, cantábamos en tono de burla “soy
espejo, me reflejo, tengo cara de…” y según los reflejos mentales del otrx
podía salir bien librado diciendo “inteligente” “simpático” “divertido” o
dejarse llevar por el enojo y ponerse el pie solitx contestando “tonto”
“estúpido” “menso”. Pero dejando de lado la intensión burlesca de la frase, sin
duda que durante toda nuestra vida y en todas nuestras relaciones somos espejos
aunque no nos demos cuenta (aprovecho este espacio para recomendar la poesía se
Jalaludin Rumi, quien ha sido mi guía espiritual y una gran fuente de
inspiración para este texto).
Y creo que apenas me doy cuenta de ello con algo que me ha
gustado descubrir en esta difícil etapa de vida. Tengo poco tiempo de que
decidí no involucrarme en relaciones erótico-afectivas por tiempo indefinido;
por ahí hubo quienes me acusaron de “poco profesional” por haberles dicho que
no quería sexo (como si me pagara), de egocéntrica y presumida, además, otros dicen que están conmigo por mi
amistad y no solo por sexo, y la verdad es que no se nota. ¿Duele? Sí. Pero ahí
está lo que reconozco y lo que he reflexionado con varias amigas, que además
ahora veo está generalizado entre las mujeres en nuestras relaciones amorosas:
desvivirnos por el otro, dar amor hasta desbordarnos, ser complacientes “hasta
quedar en deuda” con nosotras mismas, pasar por alto ofensas y/o borrar
nuestras necesidades para ocuparnos resolviendo las del otro, aunque estemos
con un hombre que diga que nunca es suficiente, y es que ¡¿cómo no va a dejar
de ser un patán si soy una mujer maravillosa?!
Ajá, sí… esa trampilla de querer ser las mamás, de reformar
las malas conductas y que eso se vuelva en nuestro logro personal. ¡Ajá! ¡nos
pillé, pillas! Y ahora que me doy cuenta de eso pasan dos cosas: que me da
flojera ser madre y que para obtener ese “logro” me he sacrificado a mí misma.
Creo que finalmente no está mal cuando reconocemos que
alguien nos ha reflejado lo que somos y
nos aliente a sacar lo mejor, también es genial cuando alguien te dice que has
hecho lo mismo con él/ella y creo que está bien que nos alegre, pero es un
trabajo de 50/50, cada quien tomó la responsabilidad de su ser y nadie ha
cambiado a nadie por la ley de los suyos; además, esa satisfacción viene
después de que disfrutamos el proceso de vincularnos y de vivir la relación solidaria y equitativamente, no cuando se trata de una lucha para demostrar
quién tiene la razón y ser el triunfador por cambiar al otrxs. De nuevo, ser
espejos.
Claro que esa actitud que hice consciente en mí tenía otra
ganancia secundaria: no estar sola. Y ese no estar sola es nada más y nada
menos que sentir insoportable mi presencia por “no ser suficiente” o saberme
con piezas faltantes. Y vaya, estoy cansada de buscarlas en los demás. Por eso
he elegido no involucrarme erótico-afectivamente por un tiempo y estoy
determinaba a procurar mi bienestar sin exigirle a los demás que cumplan mis
expectativas.
Entonces aquí es cuando pasa lo inevitable: cuando se elige
cambiar de postura, es indispensable asumir que algo perderás. En este caso
estoy consciente de que muchos hombres me harían el fuchi por no necesitar de
su validación (de su poder masculino, algo así como decirles que no son mis
papás) y por lo tanto no danzar alrededor de su falo (ahí donde ellos necesitan
ser validados). Y ya les platiqué de lo que me acusaron, también que eso me ha
dolido ¿pero saben qué? También me parece maravilloso darme cuenta de eso. Es
decir, si hubiera seguido con el juego de ser la madre, de no estar sola y
tener mi logro personal, me hubiera dolido más al seguir el juego de los
acusadores para que después ocurriera lo que irremediablemente ha sucedido en
el pasado: sentirme utilizada, un objeto y sobajada (y con el ego herido de no
cumplir mi objetivo y sentir que mi amor ha sido en vano. ¡Ay! Pobre ego, a
veces actúa como un perro encadenado y hambriento que se come cualquier cosa)
¡Chaz! Fue como decir “que se muera todo lo que tenga que
morir”, pero mejor corto el problema de raíz. No es que no me indigne, no es
que no me duela, sobre todo de quienes creía que estaban conmigo por amistad y
no solo por sexo (y no porque me moleste que solo quieran sexo, sino que se hagan
pasar por amigos cuando no les interesa). Pero está bien, que duela ahorita, no una otra y otra vez.
Es una buena estrategia, mujeres. Apenas lo estoy
descubriendo y tengo el pronóstico de que en algún momento no me dará miedo
tener menos relaciones sexuales y/o amorosas. ¿Por qué tenemos que esperarnos
semanas, meses o años siendo complacientes cuando el otro se puede dejar ver
desde el inicio? Y no, no estoy hablando de venganza ni de que nos soldemos las
gafas de la desconfianza. Hablo de asumir una postura que nos permita ver la
realidad tal cual es y a partir de ello decidir lo mejor.
La postura de la autodeterminación, es decir, de buscar,
desarrollar y utilizar los propios recursos, de saber que estoy bien con él/la
otrx y sin él/ella, de asumir la libertad de ser, de hacer y decir o dejar de hacer o
decir lo que nos va bien, de apropiarnos de nuestrxs cuerpos y defender
nuestros derechos, no quiere decir que ya no seremos amorosas, cariñosas,
solidarias, dadivosas, cálidas, comprensivas y los mil etcéteras, porque es
hermoso hacerlo, pero ya no por tener miedo a la soledad o por querer reformar
al otro, no, es hacerlo con integridad, desechando esa idea absurda de que
valemos en la medida de cuánto nos sacrificamos.
Estoy segura, mujer, de que a muchos no les gustará esta
postura, y tal vez sean hombres que amamos los que nos reclamarán y se alejarán
cuando les digamos que no nos gusta tal o cual cosa y que no lo queremos hacer
o ser, que nos gusta el sexo así y no de la otra manera, que lo que a ellos les
va bien no necesariamente es igual para nosotras, que los amamos pero no dejaremos de hacer lo
que nos gusta, que decidimos tener sexo
con más personas o tener relaciones amorosas simultáneamente, que no queremos
tener más hijos o queremos estudiar otra carrera, no sé, mujer ¡lo que queramos
o no queramos! También es seguro que muchos chicos que nos gustan no querrán
estar con nosotras por estas razones ¡pero en verdad me he ahorrado muchos
dolores de cabeza (y eso que apenas he comenzado) dándome cuenta desde el
inicio que no es tierra para sembrar semilla
y así no tener que comenzar de nuevo la historia de dar hasta que duela, olvidarme de
mi, que al final no hago lo que me va bien y, para colmo, nunca será suficiente
para él o ellos!
Te aseguro que se quedará quien nos acepte íntegramente,
quien valore su libertad y la nuestra, quien no nos obligue a cargar un costal
de expectativas, quien no temerá ser castrado por no estar de acuerdo con él ¡Hasta
celebrará con nosotras las diferencias y aprenderemos juntxs!
Eso sí, tal vez llegue y tal vez no… no lo sé. Pero en ese
caso también es parte de la vida elegir cuales tristezas y pérdidas asumir sin
dar nada por hecho, pero estar tranquila y no dormir con la mandíbula apretada
por la angustia de contentar al otro con tal que no se vaya. Contentar a quien
nunca está satisfecho por nada no es nuestro trabajo; y reniegan, en serio, y
lo entiendo, porque es una posición muy cómoda. Seguramente ellos, al leer lo
que escribo, dirán que soy una presumida, cotizada, mamona, presuntuosa,
prepotente o cualquier adjetivo horripilante que se les venga a la mente, por
eso la abajo firmante es la Mujer Inconveniente que me hace la pior de todas,
pero incluso siendo la mujer abnegada y sumisa seguía siendo lo peor ¡al
carajo! Si se sienten ofendidos es su trabajo, es la responsabilidad que les toca asumir y, personalmente, tampoco me posiciono
como la mujer que está en guerra con los hombres, no: mantengo mí distancia de
quienes no me hacen bien, ahora sin tratar de reeducar a nadie (porque también
es una grosería tratar como niños a quienes no lo son) y eligiendo estar con quien
busque enriquecernos juntos sin entrarle a la lucha del poder. Además, yo estoy
abierta para deconstruirme con ellos, para construir algo distinto juntxs,
estrechar las manos para vincularnos solidaria, amorosa y autónomamente, pero
en horizontalidad, donde nadie pierda, ser conscientemente un espejo en el que
miramos lo no bello para transformarlo y también ver lo bello para vivirlo y
compartirlo juntxs.
Sí, estoy abierta para hacer todo eso contigo si tú también
estás interesado.
Además, mujeres ¿por qué nos da miedo estar solas? Nos
tenemos a nosotras. No es lo mismo soledad que desolación, y no estamos
desoladas. Conocemos nuestras heridas, nuestras rabias y nuestras alegrías.
Sabemos que lo que nos sanó le ayudará a
otras, que la competencia entre mujeres es una ilusión que alguien se inventó
porque le gustaban las cosas complicadas; pero no, me doy cuenta que esto no es
tan complicado y que ser valiente no tendría por qué ser elegir ir a
contracorriente de las exigencias del autosacrificio ¡valiente quien decide
malgastar sus energías en situaciones, relaciones o personas que no dejarán
ningún fruto!
Además no siempre se pierde, pues después de estar toda una
vida sin saber vincularme con mujeres,
al elegir en este momento retirar mis expectativas y vacíos de mis
relaciones erótico-afectiva con los hombres (porque también me parece violento exigirles que deben hacerme feliz), han llegado a mi vida mujeres
poderosas y fuertes, incluyendo el regalo de la vida de sanar los viejos vicios
con mi madre y re-descubrir un lazo solidario, pero viviendo cada una su propio
cuento.
Ya os contaré que más pasa con este (auto)descubrimiento. Me
voy a disfrutar que mi roomie no está para bailar como loca y recordar lo que
muchxs de ustedes me han enseñado de mí misma.
Os amo.