Foto: David LaChapelle |
Creo que a muchos eso de la liberación sexual femenina les
resultó de lo más cómodo, por eso andan tantos desfilando por las calles con
esa bandera o por lo menos apoyando desde los balcones a esa supuesta “liberación”.
Si me lo preguntan, la liberación sexual creo que no solo se
limita a tener sexo con quien se me
plazca, sino consiste también en saber con quién fregados se anda una acostando
y aprender a aguantarse las ganas (aunque eso signifique no tener sexo por un buen rato) con tal de no pasarla mal con sujetos que ni
se esfuerzan en enamorarte ni en pagar para tener sexo (aunque tampoco añoro que lo hagan).
Y no, para mí esforzarse no es igual a impresionar con moteles, restaurantes caros o
regalos de cualquier tipo. O tal vez sí sea esforzarse, aunque tramposamente,
porque esa “caballerosidad” parece más un eufemismo para decir que ellos no
buscan prostitutas; pero ¿qué pasa si les dices que no quieres tener sexo, que
no se de esa manera o en ese momento no? en ese momento se destapan los patanes
que te reclaman todo su esfuerzo empeñado en el artilugio con tal de que
danzaras alrededor de su pene.
A ver, baby, si yo quiero una retribución material o económica por mis
servicios sexuales no me voy a andar con pendejadas de cenas, flores, paseos en
tu súper auto o regalitos varios, a mí págame y yo sabré en qué lo invierto.
En serio, queridx lectora, después de las joyas de seducción
tipo “quiero metértela sin condón”, “vamos a darnos unos besotes” o “¿no
quieres que te la meta bien rico?”, o esas sublimes actitudes post-coitales,
tales como “te trato como mi juguete sexual, y aunque yo no quiero jugar
contigo, me enoja si otros lo hacen”, “¿en qué metro te dejo porque tengo que
ir a consolar a mi mamá? (aunque esté lloviendo, sea muy noche, yo te haya
invitado a salir y tenga auto)” o “ya no estoy en modo sexy, así que ni me
hables”, me siento tan tonta porque, además de saber con qué piedras iba a
tropezar, me llevé gratis un disgusto y para colmo sigo siendo pobre.
Por supuesto estoy en contra y me indigna la prostitución
ligada a la explotación sexual, pero cobrar por sexo no me parece en sí mismo una
falta de respeto hacia unx mismx. Yo utilizo las nalgas como sea y también me
sentí explotada al utilizarlas sentada en la silla de una oficina con jefas
hostigadoras y explotadoras (pero dicen que era trabajo honrado) y, por
supuesto, creo que en muchas ocasiones hubiera sido menos denigrante cobrar por
sexo que soportar patanerías gratis.
Tu que te cuidas tanto como persona y terminas chupándosela gratis a esos cabrones... ¿qué contradicción, no?
ResponderBorrar