Queridxs todxs, pero sobre todo poli-iniciadxs:
Si tú como yo comienzas el sendero poliamoroso creyendo
que ahora sí las relaciones las vivirás como quieres, que te olvidarás de esos
horripilantes problemas monógamos y tendrás la dicha de estar en tu trieja
soñada, tengo que advertir, con todo el dolor en mi corazón, que lo más seguro es que sea muy
distinto de como lo crees, y muchas veces no para bien.
Al estar en el altar o en el registro civil para contraer
matrimonio, puede que las personitas no se crean la epístola de Melchor Ocampo
o todo lo que sermonea el sacerdote sobre la vida en pareja, pero por algo están
ahí invirtiendo su dinero, energía, recursos, paciencia y quien sabe qué otras cosas en todo ese ritual: irremediablemente existe la expectativa de que ahora sí es para siempre y no como en
la reación-blooper anterior.
¿Te confieso algo? al iniciar
en este mundo poliamoroso, aunque critico esas costumbres y tradiciones que me
parecen inútiles o jodidas, me encontraba en una situación similar: estuve frente
al altar de todo aquello que soñé y ahora podía vivir sin que nadie me
restringiera. Además, con plena seguridad digo que no somos pocxs los que iniciamos
con esa esperanza.
Compartiendo mi vida poliamorosa con curiosos sobre el tema,
más de unx me ha expresado algo más o menos como “creo que te complicaste la
vida”. No miento, es cierto que es complicado decidir vivir de una manera
cuando te educaron incluso en lo contrario, pero creo que también es cierta
otra cosa: tanto quien me dice eso, como yo, como tú y como todos, pasamos por
situaciones complicadas independientemente de con cuántos y a quiénes amemos a
lo largo de nuestra vida (eso sí, hay que reconocer la virtud de quienes
hacen de complicarse la vida todo un arte). Por ello, ha valido que
honestamente responda “también he decidido donde quiero pasarla mal”.
Sí, la he pasado mal. No voy a hablar de las satisfacciones (sí
existen, tampoco no se me espanten tan pronto), porque hoy quiero hablar de lo
no bello ¿ganas de joder? No, porque lo que realmente jode es tener ilusiones e
ideales que poco se ajustan a la realidad.
Dicen que “todxs” (lo pongo entre comillas porque me
deslindo de ello) buscan la felicidad y por ende actuamos, o deberíamos
hacerlo, en congruencia para encontrarla (porque sufrir es bien fácil,
aunque en el discurso se añore la felicidad). También están los que han medio
reformado la idea e insisten en que la felicidad no es una meta, es el camino.
Ninguna noción la comparto, la verdad es que las 3 veces que me robaron este
año, el duelo que estoy viviendo por mi separaciones, la preocupación por lo
económico y párele de contar porque con eso ya es suficiente, son muestras de
que la felicidad es más un lastre si me esfuerzo en sonreír cuando lo que
quiero es mandar al carajo muchas cosas.
Elegir el poliamor puede ser también una de esas trampas
para ser felices. La verdad, si ese es el objetivo, ni intentes nada. Cuando
mucho creo que unx puede estar tranquilx* con sus decisiones, es decir, con eso
que podemos hacer en los límites de nuestras responsabilidades, porque hay
millones de cabezas y todo un universo que está fuera de nuestro control listxs
para impedir que nuestras relaciones amorosas sean como nosotros queramos (y
qué bueno, no quiero imaginar qué sería del mundo si tuviéramos el control
absoluto de todo, sería más aburrido y peligroso de lo que ya es).
Creo que es un cuento del nunca acabar eso de la felicidad
perpetua en las relaciones amorosas, no solo en la monogamia, también lo podemos creer del poliamor o cualquier tipo de relación que queramos vivir. Hay que asumir que así como amamos de manera simultánea nuestro corazón también se romperá de la misma manera, que seguro añoraremos a quienes amamos y no están
con nosotrxs, extrañaremos a quienes se han ido, tal vez pasaremos
discriminación por elegir esta vida por parte de nuestra familia, compañerxs de
trabajo u otra gente y, más que nada, tendremos que hacer funerales
constantemente por todo aquello que creíamos que sería, no fue y tal vez no
será.
Elegir el poliamor es apenas un comienzo. No lo digo en la
posición de “la experta”, porque elegí darme tiempo sin relaciones
erótico-afectivas al descubrir lo ingenua que fui al creer que todo eso que
quería vivir se cumpliría y que arrastraba cobijas de viejos vicios.
Amar y no ser correspondida, terminar con una relación
poliamorosa que fue un gran motivo para vivir en el DF y autoengañarme con
otras relaciones que intenté mantener, han sido dolores que no imaginé vivir,
así como hay otros descubrimientos que han sido maravillosos.
No estoy diciendo, lector, que nos resignemos a caminar este
viacrucis y carguemos con la cruz, sería lamentable vivirnos de esta manera. Es
simplemente aceptar lo no bello de lo que sea que elijamos, porque uno de los
descubrimientos es que al encarar el dolor, las frustraciones, las tristezas y
los corazones rotos en mi vida amorosa, me ha permitido transmutar mis falsas
creencias en enseñanzas.
Y sé que no es fácil desechar lo que ha sostenido nuestras
decisiones tal vez desde siempre, pero al soltarlo la vida se vuelve un poco
más ligera, y eso me ha permitido ver todo el amor, incluyendo por supuesto el
propio, que anteriormente me lo ocultaba toda la carga que llevaba sobre mis
hombros.
Además, lo no bello estará siempre ahí, es la sombra que inútilmente
engañamos cuando nos refugiamos de la luz; pero decidir vivir alejados de ella por
miedo a confrontar(nos) es como dejarse devorar por la oscuridad, y eso sí me
parece una verdadera tragedia.
Atentamente
La Mujer Inconveniente
Atentamente
La Mujer Inconveniente