Fotos de estudio tamaño infantil y título. |
“¿Y quiín ni hi copiidi ni piguidi nidi qindi istibi in li
isquili?” aun no puedo creer la cantidad de veces que he leído ese pinche
comentario en internet. Justificar a nuestro guapo presidente por su plagio me
ha parecido el colmo de todo esto.
Por supuesto que es imperdonable el plagio de su majestad
EPN y ya sabíamos desde hace mucho tiempo atrás que este cuate es una estafa,
pero también me parece la sintomatología del copy/paste mexicano.
No hablo solo del copiar/pegar de Wikipedia a la tarea de la
escuela, es más… mucho más.
¿Quién realmente se cuestiona el origen del amor romántico?
¿Cuántxs godinez dejan de reírse de su vida de oficinistas y
se ponen en serio a revisar el sistema que los mantiene como esclavos?
¿Quién se detiene a investigar la historia del matrimonio y
la monogamia?
¿Antes de embarazarse por deseo o por accidente la gente se
pregunta en serio para qué quiere un hijo y si el mundo necesita más seres que
lo destruyan?
¿Son muchxs los que se detienen antes de consumir por moda y
estatus?
¿Nos cuestionamos realmente los privilegios que cada unx
pueda tener por nuestro sexo, religión, color de piel o nivel socioeconómico?
¿Cuántxs creen aún que la educación eficiente es la que
califica por aciertos y errores en materias que poco tienen que ver con
nuestrxs verdaderxs intereses y habilidades?
Tantos, tantísimos ejemplos que puedo enunciar del
copy/paste del día a día, de esa reproducción masiva y en muchas ocasiones el
nulo cuestionamiento del origen de costumbres, paradigmas y otros vicios que
nos tienen en este hoyo y que con la renuncia de su alteza serenísima Peña
Nieto no basta para salir de él.
Quería desahogarme.
Lxs amo.