domingo, 28 de diciembre de 2014

En el principio Dios creó a Alecita

Ahora le tengo cierto gustito al escándalo. Si hace algunos años me llamaban puta me tiraba al drama como si fuera lo peorcito de este mundo.

Efectivamente, para mis tíes, que hasta donde yo sé son les últimes que me dijeron puta con el afán de ofender, seguro soy la prueba de la decadencia de este mundo y el anuncio de la segunda venida de Jesucristo para el Juicio Final. Sus motivos para su espanto no lo detallaré, tal vez otro día escriba sobre eso; lo rico (sí, lo rico) es que, de no haber sido porque no me lo dijeron en mi cara, con todo el placer que me confiere hacer lo que se me pega en gana les habría dicho de frente: “sí, soy bien puta”.


Y no quiero imaginar (bueno, sí) la cara que pondrían las monjas del colegio, algunos de mis ex, antigües amigues y otres reformadores morales del pasado al saber en lo que me he convertido ¡Tanto esfuerzo para que fuera toda una mujercita “que se da a respetar” a la basura!


Yo iba bien. Era niña "de mi casa", muy bien portada y hasta ñoña, con una licenciatura en Psicología e interesada en el arte y otras cosas raras que no entendía la familia (de las cuáles sigo interesada y ejerciéndolas apasionadamente). Hasta ahí la admiración favorable (al menos en mi familia, mínimos son les primes, de las decenas que tengo, que han terminado una licenciatura). Después la mujercita que parecía ser una excepción positiva en la familia comenzó a irse por el mal camino: dudó de la existencia de Dios ¡tantos años en colegio católico! ¡tantas clases de canto con la madre Rita y sus canciones del buen cristiano! Pero bueno, hasta ahí tal vez sea aceptable. Pero después a la niña se le ocurre irse al DF a ver a su novio ¡tuvo el descaro de quedarse a dormir con él, en su departamento, solos! ¡eso solo lo hacen las putas!


Y eso que sus tíos no supieron que, un año atrás, la muchacha, después de 5 años en una relación monógama con planes de matrimonio, tuvo la genialísima idea de plantearle a su casi prometido una relación abierta. ¡Qué escándalo coger con varies persones!


No quiero saber (¡nah! Sí quiero) qué dirían al tener conocimiento de que soy poliamorosa. “Eses psicólogues creen que todo es normal” se me viene a la mente en momentos apelando a su mesura y buena educación, pero si me dijeron puta solo por visitar a mi novio y quedarme con él, no creo que de su boca salgan plegarias al Señor.


En fin. El placer es que si haberme mudado de Guadalajara al DF en búsqueda de mi territorio, de la familia elegida, de un estilo de vida acorde a mis aspiraciones de libertad, en comprender ahora que es una mentira que si cojo con quienes quiera y cuando quiera no soy digna de amor ¡y mejor! Amar sin censura y amar a mi(s) pareje(s) libres, elegir no casarme y no tener hijes, no creer que tengo que vivir con les persones que amo para tener un proyecto juntes y un largo etcétera de posibilidades, si eso, todo eso me convierte en una puta ¡pues soy una puta, carajo!