jueves, 18 de junio de 2015

Le lloré perdones. Le regaré cantos.


Llegó días atrás y lloré porque me dijo que por mi culpa se secaron las plantas. 

"¿Cómo puede ser tan complicado cantarles para que no mueran?"

Aunque no se dio cuenta, lloré. 

Creo que no ha querido decirme, o no sabe decirme, o no sabe que las lágrimas también sanan la tierra y hemos malgastado el tiempo mojando el asfalto. 

¿Cómo sabría cuidar un helecho o una orquídea o un mango si no sé ni dónde se encuentra mi semilla?

Alguien se ha colocado frente a mí como un espejo,
es el más bello regalo que me ha hecho
¡he visto la semilla!

Y lloré y lloré...

Por el regalo, es decir, por su amor que me refleja...
Y también por mi crueldad. 

Es tan pequeña la semilla y le he gritado por no ser un olmo.
Apenas le brota un retoño y le he odiado por no darme cerezas o fresas.
Le he golpeado con un "¿dónde está el huerto que me prometieron?"

Y ha resistido a mis secas tormentas,
a mis lluvias de fuego,
a la infertilidad de mis tierras.

Le he llorado perdones ahora,
recobro la voz para cantarle.

Y me ha sonreído 
como por primera vez. 

miércoles, 10 de junio de 2015

Tonta yo, que no cobro

Foto: David LaChapelle

Creo que a muchos eso de la liberación sexual femenina les resultó de lo más cómodo, por eso andan tantos desfilando por las calles con esa bandera o por lo menos apoyando desde los balcones a esa supuesta “liberación”.

Si me lo preguntan, la liberación sexual creo que no solo se limita  a tener sexo con quien se me plazca, sino consiste también en saber con quién fregados se anda una acostando y aprender a aguantarse las ganas (aunque eso signifique no tener sexo por un buen rato) con tal de no pasarla mal con sujetos que ni se esfuerzan en enamorarte ni en pagar para tener sexo (aunque tampoco añoro que lo hagan).

Y no, para mí esforzarse no es igual a  impresionar con moteles, restaurantes caros o regalos de cualquier tipo. O tal vez sí sea esforzarse, aunque tramposamente, porque esa “caballerosidad” parece más un eufemismo para decir que ellos no buscan prostitutas; pero ¿qué pasa si les dices que no quieres tener sexo, que no se de esa manera o en ese momento no? en ese momento se destapan los patanes que te reclaman todo su esfuerzo empeñado en el artilugio con tal de que danzaras alrededor de su pene.

A ver, baby, si yo quiero una retribución material o económica por mis servicios sexuales no me voy a andar con pendejadas de cenas, flores, paseos en tu súper auto o regalitos varios, a mí págame y yo sabré en qué lo invierto.

En serio, queridx lectora, después de las joyas de seducción tipo “quiero metértela sin condón”, “vamos a darnos unos besotes” o “¿no quieres que te la meta bien rico?”, o esas sublimes actitudes post-coitales, tales como “te trato como mi juguete sexual, y aunque yo no quiero jugar contigo, me enoja si otros lo hacen”, “¿en qué metro te dejo porque tengo que ir a consolar a mi mamá? (aunque esté lloviendo, sea muy noche, yo te haya invitado a salir y tenga auto)” o “ya no estoy en modo sexy, así que ni me hables”, me siento tan tonta porque, además de saber con qué piedras iba a tropezar, me llevé gratis un disgusto y para colmo sigo siendo pobre.

Por supuesto estoy en contra y me indigna la prostitución ligada a la explotación sexual, pero cobrar por sexo no me parece en sí mismo una falta de respeto hacia unx mismx. Yo utilizo las nalgas como sea y también me sentí explotada al utilizarlas sentada en la silla de una oficina con jefas hostigadoras y explotadoras (pero dicen que era trabajo honrado) y, por supuesto, creo que en muchas ocasiones hubiera sido menos denigrante cobrar por sexo que soportar patanerías gratis.