Lo que imagino con el éxito poliamoroso (o con el amoroso en general) |
Acabo de leer una de esas preguntas que me causan
animadversión y que al mismo tiempo es de las situaciones que me parecen más
importantes aclarar: “¿Me pueden compartir un caso de éxito poliamoroso?”.
Lo que me provoca tirria es la palabra éxito. Personalmente ir tras él en la vida me parece el camino más
engorroso, aburrido y doloroso que podría elegir, no porque no crea que a veces obtengo
éxitos en los objetivos que me planteo o porque quiera hacer todo mal. No. El
lastre es ir tras él con paso redoblado para obtener status quo, y cuando
inevitablemente se pierde el control de las situaciones y las metas se
desvanecen en nuestras manos (y por lo tanto también esa imagen que construimos
de nosotrxs), nos sentimos seres indignxs y fracasadxs. Además, la pregunta
obligada es ¿qué es el éxito? Regularmente obedece al sistema para volvernos consumistas insaciables y en zombies que pasan por encima de lxs otrxs para
intentar alcanzar eso que fácilmente se desquebraja o se aleja cuando creíamos llegar a la línea.
Por eso me parece peligroso pensar en el éxito poliamoroso.
¿Cómo es una persona poliamorosa exitosa? ¿la trieja que se amará toda su vida?
¿un hombre con tres mujeres que nunca le cuestionarán nada? ¿una mujer que coge
y ama a muchxs porque es libre? ¿nunca sentir celos, miedo o tristeza al saber
que la persona que amamos se irá de viaje con su otra pareja? ¿tener a mi
esposx y tres novixs para demostrar que la monogamia es lo peor de este
planeta?
¡No, no! ¡qué espanto! ¡qué carga tan horrible pensar que tengo
que ser una poliamorosa exitosa!
Si me mido con esa vara, definitivamente soy una poliamorosa
fracasada; lxs monógamxs pueden escupirme en la cara para decir que ellos sí
son felices casándose y yo no. Qué terrible situación.
De por sí estos asuntos amorosos son difíciles como para
exigirle a cada relación que nuestra meta sea el éxito poliamoroso sin
oportunidad de salirnos poquito del margen (y no necesariamente por malditos,
sino por ‘maletas’) . Si no tenemos más parejas, mal. Si sentimos celos, mal.
Si no le aviso a mi pareja principal que me voy a acostar con alguien antes de
hacerlo, mal. Si no siento alegría porque mi pareja esté feliz dos semanas sin
mí pero sí con otrx, mal… y así lo que se le ocurra. Para empezar, coincidir
con alguien que tenga más o menos las mismas maneras de querer las relaciones
está difícil, considerando que somos seres cambiantes y que en determinado
momento volveremos a divergir.
No, no hay que jodernos la existencia con algo tan pesado.
Si se supone que la monogamia ya tiene sus reglas y caminos bien establecidos
para conseguir el éxito en pareja y es bien sabido que las cifras de violencia y divorcios
son altísimas ¿qué será de lxs poliamorosxs que deconstruimos y construimos en
el camino porque a la mayoría nadie no enseñó cómo se manejaba este business?
En este corto camino sé que no hay garantía, sé que obligar
a las relaciones a que funcionen como lxs poliamorosxs felices para llenar Facebook
de una supuesta vida estable y maravillosa es la mejor manera de ser desdichadxs
y, sobre todo, que a mis relaciones que ya han terminado no las puedo
considerar como fracasos, ni siquiera a las monógamas.
Me gusta honrar mi pasado, pues así es como veo todo lo que
las personas directa e indirectamente me han dado con nuestra experiencia.
Tampoco siento que me acercan al éxito, porque este camino poliamoroso a veces
me deja con más dudas que con certezas; pero yo prefiero eso: buscar,
cuestionarme, no quedarme con lo ya dicho, con lo ya hecho, desgarrar velos y
dejarme sorprender por lo que descubra… y eso está lejos de toda meta y éxito que
pueda predecir.