lunes, 15 de febrero de 2016

Cañaveral de poli-pasiones: éxito poliamoroso y otros cuentos de hadas.

Lo que imagino con el éxito poliamoroso (o con el amoroso en general)
Acabo de leer una de esas preguntas que me causan animadversión y que al mismo tiempo es de las situaciones que me parecen más importantes aclarar: “¿Me pueden compartir un caso de éxito poliamoroso?”.

Lo que me provoca tirria es la palabra éxito. Personalmente ir tras él en la vida me parece el camino más engorroso, aburrido y doloroso que podría elegir, no porque no crea que a veces obtengo éxitos en los objetivos que me planteo o porque quiera hacer todo mal. No. El lastre es ir tras él con paso redoblado para obtener status quo, y cuando inevitablemente se pierde el control de las situaciones y las metas se desvanecen en nuestras manos (y por lo tanto también esa imagen que construimos de nosotrxs), nos sentimos seres indignxs y fracasadxs. Además, la pregunta obligada es ¿qué es el éxito? Regularmente obedece al sistema para volvernos consumistas insaciables y en zombies que pasan por encima de lxs otrxs para intentar alcanzar eso que fácilmente se desquebraja o se aleja cuando creíamos llegar a la línea.

Por eso me parece peligroso pensar en el éxito poliamoroso. ¿Cómo es una persona poliamorosa exitosa? ¿la trieja que se amará toda su vida? ¿un hombre con tres mujeres que nunca le cuestionarán nada? ¿una mujer que coge y ama a muchxs porque es libre? ¿nunca sentir celos, miedo o tristeza al saber que la persona que amamos se irá de viaje con su otra pareja? ¿tener a mi esposx y tres novixs para demostrar que la monogamia es lo peor de este planeta?

¡No, no! ¡qué espanto! ¡qué carga tan horrible pensar que tengo que ser una poliamorosa exitosa!

Si me mido con esa vara, definitivamente soy una poliamorosa fracasada; lxs monógamxs pueden escupirme en la cara para decir que ellos sí son felices casándose y yo no. Qué terrible situación.

De por sí estos asuntos amorosos son difíciles como para exigirle a cada relación que nuestra meta sea el éxito poliamoroso sin oportunidad de salirnos poquito del margen (y no necesariamente por malditos, sino por ‘maletas’) . Si no tenemos más parejas, mal. Si sentimos celos, mal. Si no le aviso a mi pareja principal que me voy a acostar con alguien antes de hacerlo, mal. Si no siento alegría porque mi pareja esté feliz dos semanas sin mí pero sí con otrx, mal… y así lo que se le ocurra. Para empezar, coincidir con alguien que tenga más o menos las mismas maneras de querer las relaciones está difícil, considerando que somos seres cambiantes y que en determinado momento volveremos a divergir.

No, no hay que jodernos la existencia con algo tan pesado. Si se supone que la monogamia ya tiene sus reglas y caminos bien establecidos para conseguir el éxito en pareja y es bien sabido que las cifras de violencia y divorcios son altísimas ¿qué será de lxs poliamorosxs que deconstruimos y construimos en el camino porque a la mayoría nadie no enseñó cómo se manejaba este business?

En este corto camino sé que no hay garantía, sé que obligar a las relaciones a que funcionen como lxs poliamorosxs felices para llenar Facebook de una supuesta vida estable y maravillosa es la mejor manera de ser desdichadxs y, sobre todo, que a mis relaciones que ya han terminado no las puedo considerar como fracasos, ni siquiera a las monógamas.

Me gusta honrar mi pasado, pues así es como veo todo lo que las personas directa e indirectamente me han dado con nuestra experiencia. Tampoco siento que me acercan al éxito, porque este camino poliamoroso a veces me deja con más dudas que con certezas; pero yo prefiero eso: buscar, cuestionarme, no quedarme con lo ya dicho, con lo ya hecho, desgarrar velos y dejarme sorprender por lo que descubra… y eso está lejos de toda meta y éxito que pueda predecir. 


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