domingo, 5 de julio de 2015

De soledades y autodeterminación

Apenas llegué a mi casa de ver, parlar y compartir con una amiga que quiero mucho y me siento a escribir esto. Hablamos de la familia, los amigos, la pareja, los hijos, el matrimonio, la vida profesional, la soledad y chismes varios, pero todo giraba en torno a un solo tema: la autodeterminación.

En el camino recordé que en el kinder, cuando queríamos desesperar a los compañeros con quienes peléabamos, cantábamos en tono de burla “soy espejo, me reflejo, tengo cara de…” y según los reflejos mentales del otrx podía salir bien librado diciendo “inteligente” “simpático” “divertido” o dejarse llevar por el enojo y ponerse el pie solitx contestando “tonto” “estúpido” “menso”. Pero dejando de lado la intensión burlesca de la frase, sin duda que durante toda nuestra vida y en todas nuestras relaciones somos espejos aunque no nos demos cuenta (aprovecho este espacio para recomendar la poesía se Jalaludin Rumi, quien ha sido mi guía espiritual y una gran fuente de inspiración para este texto).

Y creo que apenas me doy cuenta de ello con algo que me ha gustado descubrir en esta difícil etapa de vida. Tengo poco tiempo de que decidí no involucrarme en relaciones erótico-afectivas por tiempo indefinido; por ahí hubo quienes me acusaron de “poco profesional” por haberles dicho que no quería sexo (como si me pagara), de egocéntrica y presumida, además, otros dicen que están conmigo por mi amistad y no solo por sexo, y la verdad es que no se nota. ¿Duele? Sí. Pero ahí está lo que reconozco y lo que he reflexionado con varias amigas, que además ahora veo está generalizado entre las mujeres en nuestras relaciones amorosas: desvivirnos por el otro, dar amor hasta desbordarnos, ser complacientes “hasta quedar en deuda” con nosotras mismas, pasar por alto ofensas y/o borrar nuestras necesidades para ocuparnos resolviendo las del otro, aunque estemos con un hombre que diga que nunca es suficiente, y es que ¡¿cómo no va a dejar de ser un patán si soy una mujer maravillosa?!

Ajá, sí… esa trampilla de querer ser las mamás, de reformar las malas conductas y que eso se vuelva en nuestro logro personal. ¡Ajá! ¡nos pillé, pillas! Y ahora que me doy cuenta de eso pasan dos cosas: que me da flojera ser madre y que para obtener ese “logro” me he sacrificado a mí misma.

Creo que finalmente no está mal cuando reconocemos que alguien nos ha  reflejado lo que somos y nos aliente a sacar lo mejor, también es genial cuando alguien te dice que has hecho lo mismo con él/ella y creo que está bien que nos alegre, pero es un trabajo de 50/50, cada quien tomó la responsabilidad de su ser y nadie ha cambiado a nadie por la ley de los suyos; además, esa satisfacción viene después de que disfrutamos el proceso de vincularnos y de vivir la relación solidaria y equitativamente, no cuando se trata de una lucha para demostrar quién tiene la razón y ser el triunfador por cambiar al otrxs. De nuevo, ser espejos.

Claro que esa actitud que hice consciente en mí tenía otra ganancia secundaria: no estar sola. Y ese no estar sola es nada más y nada menos que sentir insoportable mi presencia por “no ser suficiente” o saberme con piezas faltantes. Y vaya, estoy cansada de buscarlas en los demás. Por eso he elegido no involucrarme erótico-afectivamente por un tiempo y estoy determinaba a procurar mi bienestar sin exigirle a los demás que cumplan mis expectativas.

Entonces aquí es cuando pasa lo inevitable: cuando se elige cambiar de postura, es indispensable asumir que algo perderás. En este caso estoy consciente de que muchos hombres me harían el fuchi por no necesitar de su validación (de su poder masculino, algo así como decirles que no son mis papás) y por lo tanto no danzar alrededor de su falo (ahí donde ellos necesitan ser validados). Y ya les platiqué de lo que me acusaron, también que eso me ha dolido ¿pero saben qué? También me parece maravilloso darme cuenta de eso. Es decir, si hubiera seguido con el juego de ser la madre, de no estar sola y tener mi logro personal, me hubiera dolido más al seguir el juego de los acusadores para que después ocurriera lo que irremediablemente ha sucedido en el pasado: sentirme utilizada, un objeto y sobajada (y con el ego herido de no cumplir mi objetivo y sentir que mi amor ha sido en vano. ¡Ay! Pobre ego, a veces actúa como un perro encadenado y hambriento que se come cualquier cosa)

¡Chaz! Fue como decir “que se muera todo lo que tenga que morir”, pero mejor corto el problema de raíz. No es que no me indigne, no es que no me duela, sobre todo de quienes creía que estaban conmigo por amistad y no solo por sexo (y no porque me moleste que solo quieran sexo, sino que se hagan pasar por amigos cuando no les interesa). Pero está bien, que duela ahorita, no una otra y otra vez.

Es una buena estrategia, mujeres. Apenas lo estoy descubriendo y tengo el pronóstico de que en algún momento no me dará miedo tener menos relaciones sexuales y/o amorosas. ¿Por qué tenemos que esperarnos semanas, meses o años siendo complacientes cuando el otro se puede dejar ver desde el inicio? Y no, no estoy hablando de venganza ni de que nos soldemos las gafas de la desconfianza. Hablo de asumir una postura que nos permita ver la realidad tal cual es y a partir de ello decidir lo mejor.

La postura de la autodeterminación, es decir, de buscar, desarrollar y utilizar los propios recursos, de saber que estoy bien con él/la otrx y sin él/ella, de asumir la libertad de ser, de hacer y decir o dejar de hacer o decir lo que nos va bien, de apropiarnos de nuestrxs cuerpos y defender nuestros derechos, no quiere decir que ya no seremos amorosas, cariñosas, solidarias, dadivosas, cálidas, comprensivas y los mil etcéteras, porque es hermoso hacerlo, pero ya no por tener miedo a la soledad o por querer reformar al otro, no, es hacerlo con integridad, desechando esa idea absurda de que valemos en la medida de cuánto nos sacrificamos.

Estoy segura, mujer, de que a muchos no les gustará esta postura, y tal vez sean hombres que amamos los que nos reclamarán y se alejarán cuando les digamos que no nos gusta tal o cual cosa y que no lo queremos hacer o ser, que nos gusta el sexo así y no de la otra manera, que lo que a ellos les va bien no necesariamente es igual para nosotras,  que los amamos pero no dejaremos de hacer lo que nos gusta,  que decidimos tener sexo con más personas o tener relaciones amorosas simultáneamente, que no queremos tener más hijos o queremos estudiar otra carrera, no sé, mujer ¡lo que queramos o no queramos! También es seguro que muchos chicos que nos gustan no querrán estar con nosotras por estas razones ¡pero en verdad me he ahorrado muchos dolores de cabeza (y eso que apenas he comenzado) dándome cuenta desde el inicio que no es tierra para sembrar semilla  y así no tener que comenzar de nuevo  la historia de dar hasta que duela, olvidarme de mi, que al final no hago lo que me va bien y, para colmo, nunca será suficiente para él o ellos!

Te aseguro que se quedará quien nos acepte íntegramente, quien valore su libertad y la nuestra, quien no nos obligue a cargar un costal de expectativas, quien no temerá ser castrado por no estar de acuerdo con él ¡Hasta celebrará con nosotras las diferencias y aprenderemos juntxs!

Eso sí, tal vez llegue y tal vez no… no lo sé. Pero en ese caso también es parte de la vida elegir cuales tristezas y pérdidas asumir sin dar nada por hecho, pero estar tranquila y no dormir con la mandíbula apretada por la angustia de contentar al otro con tal que no se vaya. Contentar a quien nunca está satisfecho por nada no es nuestro trabajo; y reniegan, en serio, y lo entiendo, porque es una posición muy cómoda. Seguramente ellos, al leer lo que escribo, dirán que soy una presumida, cotizada, mamona, presuntuosa, prepotente o cualquier adjetivo horripilante que se les venga a la mente, por eso la abajo firmante es la Mujer Inconveniente que me hace la pior de todas, pero incluso siendo la mujer abnegada y sumisa seguía siendo lo peor ¡al carajo! Si se sienten ofendidos es su trabajo, es la responsabilidad que les toca asumir y, personalmente, tampoco me posiciono como la mujer que está en guerra con los hombres, no: mantengo mí distancia de quienes no me hacen bien, ahora sin tratar de reeducar a nadie (porque también es una grosería tratar como niños a quienes no lo son) y eligiendo estar con quien busque enriquecernos juntos sin entrarle a la lucha del poder. Además, yo estoy abierta para deconstruirme con ellos, para construir algo distinto juntxs, estrechar las manos para vincularnos solidaria, amorosa y autónomamente, pero en horizontalidad, donde nadie pierda, ser conscientemente un espejo en el que miramos lo no bello para transformarlo y también ver lo bello para vivirlo y compartirlo juntxs.

Sí, estoy abierta para hacer todo eso contigo si tú también estás interesado.

Además, mujeres ¿por qué nos da miedo estar solas? Nos tenemos a nosotras. No es lo mismo soledad que desolación, y no estamos desoladas. Conocemos nuestras heridas, nuestras rabias y nuestras alegrías. Sabemos que lo  que nos sanó le ayudará a otras, que la competencia entre mujeres es una ilusión que alguien se inventó porque le gustaban las cosas complicadas; pero no, me doy cuenta que esto no es tan complicado y que ser valiente no tendría por qué ser elegir ir a contracorriente de las exigencias del autosacrificio ¡valiente quien decide malgastar sus energías en situaciones, relaciones o personas que no dejarán ningún fruto!

Además no siempre se pierde, pues después de estar toda una vida sin saber vincularme con mujeres,  al elegir en este momento retirar mis expectativas y vacíos de mis relaciones erótico-afectiva con los hombres (porque también me parece violento exigirles que deben hacerme feliz), han llegado a mi vida mujeres poderosas y fuertes, incluyendo el regalo de la vida de sanar los viejos vicios con mi madre y re-descubrir un lazo solidario, pero viviendo cada una su propio cuento.

Ya os contaré que más pasa con este (auto)descubrimiento. Me voy a disfrutar que mi roomie no está para bailar como loca y recordar lo que muchxs de ustedes me han enseñado de mí misma.

Os amo.


4 comentarios:

  1. Espero noticias de tu rehacerte, de tu renacer, en horabuena tu decisión.

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    1. =) "Sufrir la muerte propia y renacer, no es fácil" como dijo Fritz Perls.

      Me gusta compartirlo para decirle a todo mundo que nadie está solo en estos procesos. Tampoco me siento sola al leer tan bonito comentario.

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  2. Hola me gustan mucho tus comentarios. Y me gustaría comentarte que es lo que me sucede a mi como hombre que comparte mucho puntos de los que mensionaste. Tengo una relación con mi pareja mujer de 14 años y a lo largo de estos años hemos decidido por las necesidades, en un principio de ella pero ahora de ambos. Tener una vida en pareja totalmente equitativa, es decir en igualdad de condiciones y sin ninguntipo de luchas de poder, sin roles fijos de hombre mujer, sino totalmente igualitaria en condiciones para poder satisfacer cada uno por si mismo sus necesidades y no en el otro. Sin que la sarisfacción, la felicidad y los logros de pendan de la pareja. Pero en este camino me he encontrado con muchas críticas de amigos y conocidos que no entienden mi comportamiento y me dicen que como le permito a mi pareja hacer lo que quiera, tener otras parejas sexuales, salir hasta la hora que decida regresar, pero en realidad yo no se lo permito, pues no soy su dueño, ella decide, yo sólo tengo derecho a decirle lo que pienso, y a compartirle como me siento, pero no a reclamar y exigir que se haga lo que yo digo, al final es su vida y ella decide como vivirla yo sólo decido si la acompaño o no. Y hasta ahora no hemos acompañado 14 años, en donde he aprendido a que mi pareja no necesita ni quiere lo mismo que yo y que necesitamos llegar acuerdo. Por que en realidad siempre aprendemos de nuestras diferencias. Pero eso si no es fácil ser distinto a lo establecido, a la exigencia social, e lo que la moral social cree es lo bueno. Pues he sido criticado constantemente, juzgado como un hombre debil por mostrarme comprensivo y apoyar siempre a mi pareja aunque este en desacuerdo. Porque uno mismo es el único que puede decidir que quiere hacer y si se equivoca pues ni modo, así que si mi pareja decide algo que yo creo equivocado pues a mi sólo me queda acompañarla y ayudarla a salir del error o dejarla que se caiga y se le vante como pueda y eso es lo único que puedo decidir, no puedo hacer que haga lo que yo quiero. Creo que comparto lo que dices aunque a difencia de ti me encuentre en una relación. Gracias por compartir tu experiencia, me aporto mucho.

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    1. Siempre me intriga y escucho con atención la versión de ustedes los hombres, de como viven las relaciones erótico-afectivas, y más que nada la relación que tienen con ustedes mismos. Poco lo escucho o leo¿sabes? por supuesto, de manera honesta, aceptando las dificultades de tener su "posición privilegiada" como hombres en esta sociedad.

      Estoy convencida yo de que nadie gana en estos tristes juegos de poder.

      Muchas gracias por contarme tu historia =) lo aprecio muchísimo! abrazos y besos.

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