lunes, 13 de julio de 2015

Cañaveral de polipasiones: poli-ilusiones rotas.

Queridxs todxs, pero sobre todo poli-iniciadxs:

Si tú como yo comienzas el sendero poliamoroso creyendo que ahora sí las relaciones las vivirás como quieres, que te olvidarás de esos horripilantes problemas monógamos y tendrás la dicha de estar en tu trieja soñada, tengo que advertir, con todo el dolor en mi corazón, que lo más seguro es que sea muy distinto de como lo crees, y muchas veces no para bien.

Al estar en el altar o en el registro civil para contraer matrimonio, puede que las personitas no se crean la epístola de Melchor Ocampo o todo lo que sermonea el sacerdote sobre la vida en pareja, pero por algo están ahí invirtiendo su dinero, energía, recursos, paciencia y quien sabe qué otras cosas en todo ese ritual: irremediablemente existe la expectativa de que ahora sí es para siempre y no como en la reación-blooper anterior

¿Te confieso algo? al iniciar en este mundo poliamoroso, aunque critico esas costumbres y tradiciones que me parecen inútiles o jodidas, me encontraba en una situación similar: estuve frente al altar de todo aquello que soñé y ahora podía vivir sin que nadie me restringiera. Además, con plena seguridad digo que no somos pocxs los que iniciamos con esa esperanza.

Compartiendo mi vida poliamorosa con curiosos sobre el tema, más de unx me ha expresado algo más o menos como “creo que te complicaste la vida”. No miento, es cierto que es complicado decidir vivir de una manera cuando te educaron incluso en lo contrario, pero creo que también es cierta otra cosa: tanto quien me dice eso, como yo, como tú y como todos, pasamos por situaciones complicadas independientemente de con cuántos y a quiénes amemos a lo largo de nuestra vida (eso sí, hay que reconocer la virtud de quienes hacen de complicarse la vida todo un arte). Por ello, ha valido que honestamente responda “también he decidido donde quiero pasarla mal”.

Sí, la he pasado mal. No voy a hablar de las satisfacciones (sí existen, tampoco no se me espanten tan pronto), porque hoy quiero hablar de lo no bello ¿ganas de joder? No, porque lo que realmente jode es tener ilusiones e ideales que poco se ajustan a la realidad.

Dicen que “todxs” (lo pongo entre comillas porque me deslindo de ello) buscan la felicidad y por ende actuamos, o deberíamos hacerlo, en congruencia para encontrarla (porque sufrir es bien fácil, aunque en el discurso se añore la felicidad). También están los que han medio reformado la idea e insisten en que la felicidad no es una meta, es el camino. Ninguna noción la comparto, la verdad es que las 3 veces que me robaron este año, el duelo que estoy viviendo por mi separaciones, la preocupación por lo económico y párele de contar porque con eso ya es suficiente, son muestras de que la felicidad es más un lastre si me esfuerzo en sonreír cuando lo que quiero es mandar al carajo muchas cosas.

Elegir el poliamor puede ser también una de esas trampas para ser felices. La verdad, si ese es el objetivo, ni intentes nada. Cuando mucho creo que unx puede estar tranquilx* con sus decisiones, es decir, con eso que podemos hacer en los límites de nuestras responsabilidades, porque hay millones de cabezas y todo un universo que está fuera de nuestro control listxs para impedir que nuestras relaciones amorosas sean como nosotros queramos (y qué bueno, no quiero imaginar qué sería del mundo si tuviéramos el control absoluto de todo, sería más aburrido y peligroso de lo que ya es).

Creo que es un cuento del nunca acabar eso de la felicidad perpetua en las relaciones amorosas, no solo en la monogamia, también lo podemos creer del poliamor o cualquier tipo de relación que queramos vivir. Hay que asumir que así como amamos de manera simultánea nuestro corazón también se romperá de la misma manera, que seguro añoraremos a quienes amamos y no están con nosotrxs, extrañaremos a quienes se han ido, tal vez pasaremos discriminación por elegir esta vida por parte de nuestra familia, compañerxs de trabajo u otra gente y, más que nada, tendremos que hacer funerales constantemente por todo aquello que creíamos que sería, no fue y tal vez no será.

Elegir el poliamor es apenas un comienzo. No lo digo en la posición de “la experta”, porque elegí darme tiempo sin relaciones erótico-afectivas al descubrir lo ingenua que fui al creer que todo eso que quería vivir se cumpliría y que arrastraba cobijas de viejos vicios.

Amar y no ser correspondida, terminar con una relación poliamorosa que fue un gran motivo para vivir en el DF y autoengañarme con otras relaciones que intenté mantener, han sido dolores que no imaginé vivir, así como hay otros descubrimientos que han sido maravillosos.

No estoy diciendo, lector, que nos resignemos a caminar este viacrucis y carguemos con la cruz, sería lamentable vivirnos de esta manera. Es simplemente aceptar lo no bello de lo que sea que elijamos, porque uno de los descubrimientos es que al encarar el dolor, las frustraciones, las tristezas y los corazones rotos en mi vida amorosa, me ha permitido transmutar mis falsas creencias en enseñanzas.

Y sé que no es fácil desechar lo que ha sostenido nuestras decisiones tal vez desde siempre, pero al soltarlo la vida se vuelve un poco más ligera, y eso me ha permitido ver todo el amor, incluyendo por supuesto el propio, que anteriormente me lo ocultaba toda la carga que llevaba sobre mis hombros.

Además, lo no bello estará siempre ahí, es la sombra que inútilmente engañamos cuando nos refugiamos de la luz; pero decidir vivir alejados de ella por miedo a confrontar(nos) es como dejarse devorar por la oscuridad, y eso sí me parece una verdadera tragedia.

Atentamente

La Mujer Inconveniente




*Ojo. Cuando digo que cuando mucho podemos estar tranquilos con nuestras decisiones no digo que la tranquilidad sea un bien menor, al contrario, particularmente es lo que más valoro y dentro de esas “ambiciones” de vida me parece que es la verdaderamente alcanzable. Pero este es todo un tema del cual seguro después escribiré.

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